El escritor Juan Manuel de Prada lanza su afilada crítica contra los llamados ‘tragacionistas’; o sea, «los botarates que se tragan las versiones oficiales y las repiten como loritos”.
Dice De Prada en XL Semanal que “sólo los tragacionistas se niegan a aceptar que China ha ocultado deliberadamente (con la ayuda impagable de los mamporreros de la OMS) los orígenes del virus».
«Sólo los tragacionistas -continúa De Prada- se niegan a asumir que la plaga ha sido utilizada como excusa por gobernantes psicopáticos para devastar las economías locales, provocando la ruina de infinidad de pequeños negocios, condenando al paro a millones de personas y favoreciendo la hegemonía de las grandes corporaciones transnacionales».
«Sólo los tragacionistas se niegan a discernir las burdas manipulaciones, medias verdades y orgullosas mentiras que han propagado nuestros gobernantes y sus voceros mediáticos durante el último año”.
«Sólo los tragacionistas se niegan a discutir la eficacia de medidas restrictivas caprichosas y confinamientos desproporcionados que, además, han tenido altísimos costes sociales y económicos».
«Sólo los tragacionistas se niegan a admitir que las vacunas son una terapia experimental que se está administrando sin cumplir los plazos y los protocolos de seguridad establecidos y cuyos efectos secundarios no se han explorado suficientemente (aunque, desde luego, sus efectos bursátiles sean de sobra conocidos)».
«Sólo los tragacionistas, en fin, se niegan a examinar todas estas evidencias, tal vez porque si lo hicieran tendrían que confrontarse con su estupidez gregaria y su sometimiento lacayuno a las consignas sistémicas”, dice Juan Manuel de Prada.
«Son estos tragacionistas, pues, los auténticos negacionistas, que con tal de sentirse abrigaditos en el rebaño renuncian a la ‘nefasta manía de pensar’«.
«Y no hay conducta más tribal -señala De Prada- que tragarse las versiones oficiales sin someterlas a juicio crítico, señalando además cómo réprobos a quienes osan ponerlas en entredicho. Tal vez esos réprobos suelten de vez en cuando alguna parida; pero al menos no regurgitan el pienso que se reparte a los borregos”.