Milo Yiannopoulos es un periodista y polemista inglés, de 38 años, referente de la derecha alternativa y exredactor jefe del diario Breitbart.
Temido y odiado por la progresía anglófona por su falta de complejos ante la corrección política y por sus duros ataques al feminismo y al lobby gay, a pesar de que él mismo era homosexual declarado, al menos hasta ahora.
Yiannopoulos ha anunciado su abandono al estilo de estilo de vida gay y la consagración de su vida a San José, acercándose así a la fe católica.
Ha vuelto a dar otro golpe al lobby gay tras haber asegurado en el pasado que uno no nace homosexual y que también puede dejar de serlo. Y así es como ha optado por la abstinencia y por la ayuda de Dios.
En una entrevista con LifeSiteNews, Milo confiesa que “el chico con el que vivo ha sido degradado a compañero de casa, lo que no ha sido fácil para ninguno de los dos”.
Este polemista profesional asegura su propia vida “ha cambiado drásticamente” y que contar los días en los que ha vivido en castidad “es un baluarte eficaz contra el pecado”.
Así, revela que “en los últimos 250 días sólo he tropezado una vez, lo cual es mucho mejor de lo que preveía que haría”.
Este inglés afincado en EEUU también revela que este alejamiento de la vida gay “ha sido un descubrimiento gradual, más que una revelación”. De hecho, ya llevaba años criticando al lobby gay, defendiendo las terapias e incluso no rechazando que la abstinencia sexual en su caso podría hacerle bien.
Yiannopoulos también hace una importante revelación en este proceso de conversión y cambio de vida, y es la consagración de su vida a San José, señala Religión en Libertad.
Igualmente, sobre este descubrimiento en su vida recalca que “dicen que si dejas entrar un pecado, otros seguirán, y ahora sé realmente lo que eso significa: a medida que comencé a resistir los impulsos sexuales pecaminosos, me encontré bebiendo menos, fumando menos… Confieso que mi debilidad por los zapatos y los bolsos de marca aún no se ha disipado. Pero me estoy dando cuenta, aunque lentamente, de que la lujuria, según Agustín, es un deseo desordenado por todo tipo de cosas”.
Este cambio de vida también está transformando sus prioridades profesionales, “dadas mis nuevas preocupaciones espirituales”.
Durante los próximos años –agrega- “me gustaría ayudar a rehabilitar lo que los medios llaman ‘terapias de conversión’. Funcionan, aunque no para todos. En cuanto a mis otras aspiraciones y planes, no hay cambios: siempre he considerado el aborto como el horror moral preeminente de la historia de la humanidad. Seguiré diciéndolo, incluso más alto que antes”.